“Españoles en la mar quiero. Y si es en tierra, San Jorge nos proteja”…

Así reza un proverbio inglés desde hace siglos al buen hacer de la Infantería española, y al gran manejo que con las armas hacían aquellos infantes españoles, de una destreza y bravura como ningún otro soldado.

Los Tercios, muy temidos y respetados por todos aquellos adversarios que la joven España tenía. Fue el emperador Carlos V, Rey de España y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico quien creó loa Tercios.

Eran hombres endurecidos por la batalla y por la vida que les tocó vivir, disciplinados como ningún otro en los campos. Diestros con la espada, enormemente valientes y con un gran sentido del honor. Han dirigido a la Infantería española por tierras hostiles y lejanas, infundiendo el temor y el respeto. Hasta en el mar eran temidos los infantes españoles cuando de manejar la espada y el arcabuz se trataba.

Pero es en tierras flamencas, en tierras de Flandes donde nuestros Tercios sostenían a sangre y fuego los territorios que los Austrias se negaban a dejar en manos protestantes.

Una característica de los Tercios es que nunca se rindieron.

La Ordenanza de 1.497 marcaba lo siguiente:

"puf(s)ofe en efte tiempo nueva ordenanza en la gente de guerra...repartieronfe los peones en tres partes: el un tercio con lanças, como los alemanes los trayan, que llamaron picas, y el otro tenía el nombre antiguo de efcudados (los rodeleros) y el tercero de ballesteros, y efpingarderos... y aun eftos peones repartidos en quadrillas, de cincuenta en cincuenta".

No cabe duda, que aquí tenemos el origen de la palabra “tercio”, que mas tarde daría nombre a las unidades militares españolas.